jueves, 8 de noviembre de 2012

De los yanquiofilos anticastristas a la yanquifilia obamista


En el atletismo, la figura de la liebre es característica de las carreras de media y larga distancia, entre 800 y 10.000 metros, en la que corre muy rápido para hacer más vivo el ritmo y favorecer así a otro corredor. Ciertamente, la liebre no compite por ganar --"explota" en la competición-- por eso se marcha antes de que termine la carrera.

En política, como en el atletismo, también hay liebres, ejemplos, esas que sacan a la luz algo que ha estado oculto o no se conoce y sirven para atraer o desviar la atención sobre una o varias cuestiones determinadas.

En Cuba, por ejemplo, tras el anuncio de una cruzada contra los funcionarios corrompidos, la prensa oficialista levantó la liebre sobre el tema de la corrupción y ha habido una "cacería de brujas" a lo largo y ancho del territorio nacional, en la que por supuesto no está incluido el corrupto grupito de octogenarios dirigentes castristas.

En las recién finalizadas elecciones estadounidenses estuvieron corriendo varias liebres, como Herman Caín que abandonó la carrera a la Casa Blanca sin ni  siquiera ser proclamado candidato presidencial.

Sin embargo, la liebre más notoria en este proceso electoral no fue norteamericana, sino cubana y responde al nombre de Crescencio Marino Rivero, un excarcelero castrista radicado en Miami, que dinamizó la campaña en el sur de la Florida y ahora se presta a dinamitar las relaciones entre ambos países.

El inesperado levantamiento de Marino Rivero --en el tramo final de la campaña electoral-- disparó las alarmas en el sector radical del exilio cubano cuya primera reacción fue ideologizar el mensaje político de su candidato favorito, Mitt Romney, tornándose extremadamente ideologizante la disputa entre los contendientes.

Es así que la liebre Marino Rivero aún no ha terminado su carrera y posiblemente aproveche su situación para ganar laureles con el régimen castrista. O quién sabe si cambie de actitud y hasta esté dispuesto a desentenderse de su mentores y colabore con la parte norteamericana en el esclarecimiento de muchas cuestiones que ocurren en las cárceles cubanas donde habido y hay constantes violaciones de los derechos humanos.

El régimen castrista, subrepticiamente, siempre ha rechazado cualquier tipo de diálogo con el gobierno norteamericano y si lanzó esta liebre fue para "disuadir" al presidente norteamericano en su plan de acercamiento a Cuba, en su segundo período presidencial, basado en la ineficacia de la política de castigo de administraciones anteriores y los resultados obtenidos en el intercambio de pueblo a pueblo, que, aunque no es nada extraordinario, ha sido un instrumento para medir el nivel de las relaciones entre las dos naciones.

Los resultados electorales en el Condado Miami-Dade han mostrado un cambio ideológico en el electorado cubanoamericano, más cercano ahora al obamismo que al anticastrismo. Todo parece indicar que estamos en presencia de una trasmutación política y el sector de los emigrados respetuosos, como llama el régimen cubano a los que reconocen su legitimidad, crecerá en las perspectivas inmediatas.

Nada, que los yanquiofilos anticastristas van pasado al bando de la yanquifilia obamista y no pasa nada. ¿Qué no pasa nada? ¿Di tú?

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