Zoé Valdés y Yoani Sánchez |
La notoriedad de Zoé proviene de ser una destacada escritora del Postboom y haber sido embajadora cultural del castrismo en la UNESCO. En elucubraciones políticas sobre la realidad subyacente cubana curra su bien ganada celebridad día tras día.
Hace poco en su habitual columna en Libertad Digital tocó el tema de la Iglesia Católica, considerada una aliada de la dictadura castrista por el ala radical del exilio cubano.
El discurso de Zoé no se aparta ni un ápice de la línea de ataques preconizada por los críticos del Papa y el cardenal Jaime Ortega, redimensionado en el verano del 2010 tras las conversaciones entre la cúpula castrista y la jerarquía eclesial cubana. Entonces la Iglesia gozaba de una sólida reputación y se veía como un válido interlocutor en futuras negociaciones sobre una posible transición en Cuba.
De aquella fecha al día de hoy han caído torrenciales aguaceros de críticas a la Iglesia y Zoé, como era de esperar, ha estado en algún que otro chaparrón de diatribas a las autoridades religiosas.
El desenfado de Zoé es válido puesto que nada le es ajeno en este mundo, mucho menos cuando las emboscadas y las estratagemas políticas están en el orden del día del régimen, la oposición y cuantos le interesan el presente y futuro de Cuba.
En el 2010, estuve presente en una situación embarazosa de la autora de La Nada Cotidiana en la Fundación Ortega y Gasset en la presentación del libro "Radiografía de los miedos en Cuba" de Guillermo Fariñas. Por ser una crítica acérrima del Premio Sajarov le vino encima una avalancha de reproches. Pero con la mayor ecuanimidad del mundo mantuvo la calma y actuó diplomáticamente. Fuimos muy pocos los que supimos quién era el transgresor de su pensamiento opinante, un apóstata del castrismo devenido en escritor y vicedirector de un diario digital, que se ufana de defender la libertad de expresión.
La idea de Zoé es trasmitir oposición como hecho valedero en todo tiempo y lugar. Al hacer oposición a la Oposición la hace ser más opositora y consecuente en sus principios oposicionista al régimen cubano.
En cambio, en Yoani, la popularidad tiene un valor circunstancial. La bloguera precisa sus crónicas y tuis sobre la realidad cubana para contragolpear los constantes porrazos de la censura castrista.
En enero pasado fueron efectivas sus interpelaciones promocionales al poner en el colimador noticioso a Dilma Rousseff. Hasta mucho después de que la mandataria brasileña cumplimentara su visita a la Isla se mantuvo dando caña en las redes sociales sobre la enésima negación gubernamental a su solicitud de salir del país a recibir los premios y condecoraciones otorgadas en el mundo democrático.
En estos momentos le tiene los “cañones” puesto a la líder estudiantil chilena Camila Vallejo a la que retó a un debate sobre la represión a los opositores cubanos.
A la Vallejo le espetó el haber sido abducida por “la Cuba oficial” y que le hubiese gustado que hubiera visto “la otra Cuba que no le habían enseñado”, en referencia a los allanamientos y detenciones de disidentes. También “lamentó” –el entrecomillado es mío—de que “obedeciera” las reglas marcadas por el régimen.
La bloguera y la escritora no son amigas y ni siquiera comparten las mismas ideas de cómo producir los cambios democráticos en Cuba, sin embargo, el régimen castrista la tiene difícil con estas dos fenomenales mujeres que mediatizan la inmediatez y le pone en apuros cada vez que lanzan sus contundentes sentencias al ciberespacio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta siempre respetuosamente para no verme en la disyuntiva de borrar tu comentario. Ah, y no dejes de divulgar esta página por la red e invitar a tus amigos a que me sigan. Gracias, que no sea ésta tu última visita....