domingo, 15 de enero de 2012

El pacto sucesorio de los Castro


Tras el fallecimiento del septuagenario Kim Jong-Il y asumir el poder Kim Jong-Un, hijo del "Querido Líder",  volvieron los debates y vaticinios sobre la sucesión castrista en Cuba.

Las quinielas señalaron inmediatamente como posible sucesor de Raúl Castro a su hijo Alejandro Castro Espín. No  podía ser de otro modo, el Coronel está encargado de  la seguridad personal de su progenitor y habrá recibido la orden de prepararse para sucederle en el trono.

Sin embargo, pudiera ser otro teniendo en cuenta como Fidel Castro maneja los asuntos de Estado. Fidel es un ser caprichoso y nunca revela sus planes hasta no estar seguro de tener éxito o verse entre la vida o la muerte. El hecho ocurrido cuando tomó el poder en EE.UU Ronald Reagan ilustra la forma en que el “Máximo Líder” actúa en situaciones difíciles pasando por encima de las leyes establecidas en el país.


Resulta que el entonces secretario general del Partido Comunista de la extinta Unión Soviética, Leonid Ilich Brézhnev, comunicó a Castro que las tropas soviéticas no podrían ayudar a Cuba en caso de un ataque norteamericano – los rusos sabían perfectamente que el llamado pacto de no agresión a Cuba entre la URSS y EE.UU. nunca existió y que John Kennedy y Nikita Jruchov resolvieron la Crisis de los Misiles sin establecer un protocolo sobre este asunto. Fidel lo supo por boca de Brézhnev y solamente se lo dijo a Raúl sabiendo la agenda belicista del entonces presidente estadounidense, prevista en el Programa de Santa Fe en la que se establecía incrementar la hostilidad a Cuba.

El secreto lo reveló el propio Fidel Castro en un material audiovisual, dirigido a militantes del partido y la juventud comunista cubana, cuando se presentó en el horizonte la posibilidad de una invasión norteamericana a la isla tras la aplastante derrota de tropas cubanas en Granada en 1983 al tratar de defender al derrocado líder  Maurice Bishop.

Después de la súbita recuperación de Fidel Castro, a mediados del 2010, se pude deducir que el plan sucesorio de los Castro ya tuvo lugar más o menos en esa fecha. El anciano líder tuvo un respiro y aprovechó la ocasión para poner las cosas en orden. Seguramente, en una reunión muy protocolaria y bien secreta entre él, su hermano y algunos hombres de extrema confianza se pactó la sucesión. Castro propuso su candidato y se aceptó sin objeciones. Sus acólitos habrán dicho "Fidel sabe lo que hace", "él siempre tiene razón", y como es lógico nadie le llevó la contraria.

También pudo haber sido de otra manera, posiblemente la más probable, en la que los dos  hermanos llegaron a un acuerdo y sólo ellos conocen quién le sucederá en la poltrona presidencial cuando ambos dejen definitivamente el mundo de los vivos.

Las señales sobre este hecho están claras en el desmonte del fidelismo con su consentimiento y se entiende por lo que ocurre en Venezuela, donde Chávez va en sentido contrario a lo que hace Raúl en Cuba.

¿Por qué Raúl abre la sociedad mientras Chávez la cierra?

Chávez expropia lo que obstaculiza la consolidación de su socialismo heterodoxo y Raúl libera, hasta lo permisible, las ataduras de un sistema que ha estigmatizado la autoridad en Cuba. Como se sabe ambas estratagemas políticas tienen el propósito de prorrogar sus permanencias en el poder y dejar un legado a las presentes y futuras generaciones.

Chávez tiene parcialmente el tiempo político a su favor, pero maniobra con las perentorias necesidades de la gente y saca ventajas a sus adversarios de una manera insoslayable. La diferencia con Raúl es que su tiempo biológico está determinado y su sistema puede ser cambiado cuando desaparezca físicamente, cuestión que no preocupa a Raúl, a pesar de que contra él conspira el almanaque, porque sabe que tiene un sistema político blindado y los tiempos los marca él ahora y lo hará su sucesor después.

El nombre del futuro usufructuario castrista no importa ni tampoco interesa saber cómo se dará a conocer la sucesión tras la muerte de Raúl; se sabe que ocurrirá, que el elegido está ahí, que respira en el cuello de la gente y  que seguirá los pasos de sus antecesores.

Los Castro se han propuesto perpetuar el castrismo en los anales de la historia. Principalmente Fidel que apuesta por la eternización de su figura, que en Cuba ya se estudia como arquetipo de la futurología política y como el segundo Padre de la Patria. ¡La hostia!, como hubiera dicho un demócrata español a la muerte de Franco si le hubiesen comunicado que un pariente del dictador gallego gobernaría el país 40 años más.

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