viernes, 20 de abril de 2012

Hispanocubanos


Que le digan a un cubano que José Martí fue un “loco peligroso” como lo catalogó el Capitán General español Ramón Blanco y Erenas o que Diego Velázquez, el Adelantado conquistador,  “merece ser recordado como civilizador u oír decir que Ignacio Agramonte sembró la semilla de la violencia revolucionaria, con su carga a degüello, sin duda que le provocaría cierta confusión por lo conocido hasta ahora sobre estas personalidades históricas.

Ese Martí diferente se encuentra en Hispanocubanos, un compendio biográfico–ensayístico sobre destacados personajes que han influido en la historia de la humanidad, escrito por el historiador español José Luis Prieto Benavent.

En el libro Prieto Benavent reseña también al padre Bartolomé de las Casas, al que considera como “un pionero de los modernos derechos humanos”, que al final de su vida “se transformó en un hombre político” (…) “Comprendió que el lugar más efectivo de su acción  estaba en la Corte donde podía influir, presionar, para que se llevasen a cabo las reformas pacíficamente a través de las leyes”.

Al apuntar su  rechazo a la visión moralista de los acontecimientos humanos y hacer un retrato fehaciente de gestas que pueden ser discutidas e interpretadas indistintamente, Prieto Benavent da la oportunidad de deliberar acerca de lo que ha escrito e incita a debatir sobre el papel determinante de las personalidades en la historia.  

El laberinto historiográfico propuesto por el profesor valenciano resulta hondamente encantador porque sus argumentos pueden ser chocantes pero se basan en hechos probados históricamente. Debe transitarse con el corazón abierto a las conmiseraciones de no ser así nunca se razonará su mensaje ni se entenderá por qué escogió a ex profeso los protagonistas presentados para vertebrar sus elucubraciones sociopolíticas.

Según sus palabras “cada biografía puede ser considerada como un peldaño de la narración histórica (…) Nunca llegaremos a una historia definitiva y cerrada, la historia siempre permanece abierta a nuevas miradas e interpretaciones, a nuevos matices”.

Históricamente los hispanocubanos presentados en el libro han sido abordados como seres consecuentes en sus principios y portadores de incuestionables valores. Los violentos y crueles tuvieron que ser así porque no había otra opción.

La historia que narra Prieto Benavent sobre estos ejemplares humanos no es tan así y luego que subrepticiamente cuestiona tal ejemplaridad brinda una perspectiva histórica muy diferente de acuerdo a nuevos aportes historiográficos.

A Prieto Benavent le interesa el ser humano, el individuo. Y en esta obra lo refleja al poner al desnudo los rasgos de la personalidad de cada uno de los elegidos.  

El espíritu de la obra está desde el primer párrafo hasta el último renglón: mostrar cómo interpretar la historia y ser parte de la misma sin que lo épico y la epopeya sean los indicadores para valorar cada momento crucial en los procesos históricos concretos.

Prieto Benavent rechaza la violencia como instrumento para medir la historia. Para él es la consecuencia de la actuación irreflexiva y ha sido terrible para la humanidad.

A su entender, por sobre todas las cosas, siempre debe primar el entendimiento y la compresión entre las personas, que es la manera de hacer y juzgar la historia civilizadamente.

Su punto de vista sobre actuaciones reprobadas, si son políticas, es que siempre tuvieron alternativas. Los conflictos políticos se resuelven políticamente y no hay por qué arrastrar a la gente a la conflagración bélica. Mientras se pueda negociar para resolver un problema, negóciese. Los paliativos o las determinaciones irracionales conducen a males mayores.

Hispanocubanos traza un camino a la investigación y abre el debate sobre los sacrificios heroicos a lo largo de la historia en la cultura hispánica.

El autor lo dice bien claro cuando cita las negativas de Martí a aceptar las ofertas del Partido Autonomista de una Alcaldía Mayor interina y presentar su candidatura a las elecciones generales del 20 de abril de 1879.

Según sus palabras “fueron muchos los intentos que hicieron sus amigos por integrarlo en la nueva etapa política –tras la amnistía general que trajo el Pacto del Zanjón – todo fue en vano, nada podía competir con el sentimiento sublime de la revolución”.

Las historias políticas de España y Cuba se separaron hace poco más de un siglo. Parecía que nunca volverían a encontrarse. Pero por obra de ese pasado que siempre ha estado latente en los cubanos y españoles de las dos orillas – se le podría añadir los cubañoles de ahora también – vuelven acercarse y ese acercamiento puede ser determinante en la vida de ambas naciones.

En España la historia está influida por el tradicionalismo, tendencia a valorar comparativamente el conjunto de normas y costumbres heredadas del pasado con los acontecimientos de la actualidad, pero en Cuba la historia oficial tiene una sola directriz: la de los buenos y malos, en la que los malos son muy malos y los buenos, los castristas, son muy buenos.

El mensaje subliminal de Prieto Benavent debiera tomarse en cuenta en estos momentos. El remedio para una larga y crónica enfermedad, como lo es sin dudas el castrismo, no podrá ser nunca el enfrentamiento ni el aislamiento. En las relaciones de España y Cuba debe regir la buena política y el entendimiento, que siempre han logrado lo que han querido, y contribuir decisivamente al ministerio de la raza humana: la libertad.

Afortunadamente, los historiadores, como José Luis Prieto Benavent, se han encargado de compilar cada instante perentorio de la actividad humana y lo seguirán recogiendo cuando hagan el recuento de lo sucedido en estos instantes sin tener en cuenta las motivaciones ideológicas.

En el centro de la política está el ser humano, que es en definitiva el que hace y cuenta la historia.

Publicado en la Revista Hispano Cubana, número 42, 2012/Lcdo. José Gabriel Ramón Castillo, Profesor y periodista cubano, transterrado en España, Editor de Ciudadanos Cuba

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