domingo, 14 de octubre de 2012

Plebiscitar el castrismo, un principio y un fin de la Lucha Cívica No-Violenta Cubana


¿Está planteado el conflicto no violento cubano en términos estratégicos? ¿Cómo debe actuar la oposición democrática para lograr resultados? Éstas y otras interrogantes al respecto deberían hacérselas todo el que está involucrado en la lucha por establecer en suelo patrio un estado de Derecho y la Democracia.

Los problemas políticos requieren soluciones políticas fundadas en el accionar progresivo de tácticas y estrategias viables. No se conoce en la historia el triunfo de un movimiento no violento que no haya asumido el enfrentamiento en aspectos trascendentales.


 Para lograr los fines deseados, la democracia y el respeto a los derechos humanos, se debe tener en cuenta los aspectos siguientes:

-Desarrollar una agenda de trabajo común caracterizada por un accionar cívico  creativo.

-Defender a cada uno de los miembros del movimiento pro democrático y  mantener su continuidad en las condiciones más difíciles.

Las cuestiones planteadas se basan en principios elementales de la lucha contra un régimen que no escatima esfuerzos y recursos para mantenerse en el poder y en la posibilidad y probabilidad real del recrudecimiento represivo ante un eventual clamor popular.

Una buena estrategia estriba en una acertada definición de las pautas a seguir y valorar los recursos estratégicos disponibles para dirigir los esfuerzos hacia los puntos vulnerables de la dictadura. Nunca se puede olvidar que se lucha contra un régimen con sobrada experiencia en la confrontación y empeñado en demostrar que en los conflictos no violentos no triunfan siempre los que tienen razón.

Ante estos incuestionables planteamientos hay que ser muy ecuánimes y adoptar objetivos realistas a corto y mediano plazo y dirigir los esfuerzos y recursos a transformar el componente político del sistema castrista.  

La construcción histórica del Estado social, democrático y de Derecho exige una cultura política, una cultura de transición que pudiéramos llamar “cultura del  cambio” o “mentalidad de cambio”, que se va haciendo en el fragor de la lucha y culmina cuando se ha establecido definitivamente el nuevo régimen.

La mentalidad del cambio es la convicción ciudadana de cambiar el régimen, participar conscientemente en el proceso transformador y posteriormente defender el proyecto provisional hasta establecer definitivamente el sistema democrático.

En el Libro Primero de Política, Aristóteles, plantea que los hombres somos animales políticos porque no somos ni dioses ni bestias y poseemos la capacidad de pensar y expresarnos por medio del lenguaje  trasmitiendo nuestros pensamientos.

El filosofo apunta que en el supuesto que los hombres yerran en sus actuaciones públicas,  “Su único triunfo, ante esta situación, es el don de la palabra, por medio de la cual la mejor decisión puede alcanzarse a través de la discusión racional en el espacio público (Esfera Pública) donde diferentes posiciones son expuestas, y la proposición finalmente admitida posee las mayores posibilidades de ser la correcta”.

Desde la esfera pública parten los objetivos de la vida en común, los intereses públicos y la misma sobrevivencia de las personas.

“El lugar de la Identidad”, como lo calificara el etnólogo francés Marc Augé es la condición no sólo para la existencia de una vida superior y civilizada, sino también para la existencia de la vida humana en sí. El poder público es vital en las sociedades modernas y si no existe prácticamente es imposible su renovación.

A pesar de haber transcurrido varias decenas de años en que se adoptó la estrategia civilista-pacifista como método de lucha contra la dictadura, la Lucha Cívica No-Violenta Cubana apenas comienza y sus frutos se verán cuando se hallan desarrollados todos o casi todos los métodos y procedimientos no-violentos.

Por tanto, debemos afrontar la lucha bajo el concepto de "desafío político masivo", que es una confrontación no-violenta (protesta, no-colaboración e intervención) que se lleva a cabo de manera desafiante y activa, con fines políticos.

Este término se originó en respuesta a la confusión y distorsión creadas cuando se daban por iguales la ‘lucha no-violenta’ con el “pacifismo” o la ‘no-violencia religiosa’.

La palabra “desafío” denota una deliberada provocación a la autoridad mediante la desobediencia, y no deja lugar para la sumisión.

El término ‘desafío político’ describe el entorno en el cual se emplea la acción (político), así como el objetivo (el poder político). Se usa principalmente para describir la acción realizada por la población para retomar de manos de la dictadura el control de las instituciones gubernamentales mediante el constante ataque a las fuentes de poder y el uso deliberado de la planificación estratégica y de las operaciones para alcanzarlo.

Es, en este sentido, que he planteado la Campaña Plebiscitar el castrismo o Votantes en Blanco, como se conoce comúnmente, en la que hay que trabajar denodadamente en pos de establecer las pautas para un cuestionamiento a fondo del sistema político establecido en la isla a partir de la coyuntura electoral del próximo 21 de octubre.

A mí no me cabe la menor duda de que podemos convertir las votaciones actuales en un proceso plebiscitario, en el que el régimen pierda legitimidad y pongo de ejemplo lo ocurrido en Santiago de Cuba en el 2002  cuando un grupo de opositores locales, circunscriptos en pequeños entidades promotoras de la sociedad civil, llevaron a cabo una campaña silenciosa en contra de las elecciones promoviendo la anulación de la boleta mediante el escrito de consignas en contra de la dictadura.

Los resultados obtenidos por la oposición santiaguera en esas votaciones fueron:

-Hubo de hacerse las dos vueltas electorales ya que los candidatos propuestos en la primera fase no alcanzaron la mitad más uno de los votos para ser elegidos, a pesar de que el Partido Comunista local pidió a sus militantes cerrar filas alrededor de un solo aspirante.

-El 50% de los Delegados de Circunscripción, en la segunda vuelta, no obtuvieron los votos necesarios, pero el régimen se negó aceptar los resultados por las consecuencias económicas y políticas de este hecho.

-Llamó poderosamente la atención de la población, que quedó atónita ante el actuar civilizado de los antagonistas santiagueros, la participaron varios disidentes en el escrutinio de los votos.

El desmantelamiento de la dictadura no es cuestión de tiempo, sino de circunstancias políticas y éstas están dadas en el accionar estratégico del movimiento no-violento cubano, que, repito, tiene la encomiable tarea de construir la esfera pública a través de canales emergentes de participación ciudadana para actuar directamente en la transformación del componente político del sistema.

Según la estadística oficial, en la que no se puede confiar porque podría haber sido más los votos computados, se puede decir que hay varios antecedentes de que en Cuba pudiera producirse una desobediencia civil en las urnas, me remitiré exclusivamente a citar los resultados de las votaciones de 2002 – 2003 para que cada cual haga sus observaciones al respecto.

En esos comicios fueron anuladas 425 446 boletas: 222 576 en blanco y otras 202 870 invalidadas por tachaduras.

A tenor de ésta y otras consideraciones es que concebí la campaña Votantes en Blanco consistente en un llamamiento a anular la boleta electoral y a participar en el escrutinio de los votos para impedir el fraude electivo.

La idea es la movilización ciudadana y computar el descontento para un cuestionamiento a fondo del sistema político

Para una población expectante ser un elector en blanco es una motivación válida que contribuye a superar la sensación de impotencia política que hay en la sociedad cubana.

El votante cubano tiene que tener la posibilidad de castigar políticamente a quienes no lo representan y de esa forma quebrar uno de los pilares sobre el que se sostiene el régimen castrista. Lo ideal fuese que el voto de castigo determinase el escaño electoral pero en Cuba eso es prácticamente imposible por ahora.

Históricamente está demostrado que el abstencionismo no le causa daño al régimen, todo lo contrario, lo consolida en el poder.

Los cubanos debemos aprovechar este proceso eleccionario para trabajar en el empoderamiento de las personas, tanto dentro como fuera de Cuba, y trazar un camino a la democratización del régimen actual.

Es una oportunidad excepcional para establecer vasos comunicantes con la sociedad y potenciar una base de social, que sustente la labor opositora y participe decididamente en las transformaciones democráticas.

Vuelvo y repito el concepto de votantes en blanco se refiere a que el ciudadano cubano asuma una postura digna ante la dictadura castrista y anule la boleta electoral el día de las votaciones y posteriormente participe en el escrutinio de los votos para evitar el fraude electoral.

Los votantes en blanco constituyen legiones de ciudadanos por la democracia y van vestidos de ese color el día de las votaciones. El color blanco es una reserva simbólica de la nación cubana recogida en nuestro escudo y bandera. No olvidemos que los prisioneros de conciencia nos vestíamos de blanco en la cárcel y en la actualidad lo vemos en las Damas de Blanco, que han establecido este color como símbolo de los que se oponen al régimen castrista.

Los puntos vulnerables del régimen castrista son muchos a pesar de contar con un poderoso ejército, una policía política muy bien entrenada y equipada. Las debilidades más notables, entre otras,  son: las facciones internas (la llamada izquierda democrática va abriéndose paso), la incapacidad para satisfacer las demandas de la población y el cuestionamiento constante de la legitimidad a causa de no haber hecho elecciones libre en 53 años y acudir a la represión para mantenerse en el poder.

Lo ingenioso de un movimiento no violento es que distribuye la resistencia a todas las partes de la sociedad civil, lo que aumenta las exigencias en recursos humanos y materiales del adversario para poder mantenerse en el poder y en esas circunstancias no todos los represores están dispuestos a cumplir la orden de reprimir porque saben bien lo que entrañará ese procedimiento en el futuro.

La dictadura castrista cava su propia sepultura: mientras más reprime más pierde y se observa a diario con la reacción de las personas ante los atropellos cometidos por la policía política.

La sabiduría popular dice: si reprime pierde si no reprime pierde también.

La desmoralización total de la dirigencia castrista dará al traste con su permanencia en el poder y sobre esa base se construirá el modelo cubano de la transición.

Los efectos de la represión hay que minimizarlos y no seguir con el discurso del victimismo pues sería algo contraproducente catalogarse de víctima cuando se tiene plena conciencia de las consecuencias del enfrentamiento a la dictadura.

Las personas siguen a líderes, no a víctimas, de ahí que no nos queda más opción que constituir “masa crítica” y convertirnos en una alternancia política en la que la nación cubana cifre sus esperanzas de cambios.

En resumidas palabras, tenemos en nuestra manos la posibilidad de inducir y producir el proceso transformador en la sociedad cubana, de ahí que me molesta mucho cuando alguien me dice que no haga nada, que los de allá, los que están en nuestra sufrida islita y que muchas veces obvian o no se dan por enterado de nuestras iniciativas son los que tienen que luchar y librarnos del yugo castrista. Hombres de poca fe, como dijo Jesús a varios de sus discípulos, Cuba necesita de todos sus hijos y todos debemos trabajar a favor del bien común de la nación.

Invito a todos los presentes  (y a los ausentes también) a usar su poder ciudadano y trabajar juntos en esta campaña plebiscitaria, que es un principio y un fin de la Lucha Cívica No-Violenta Cubana.

Plebiscitemos el castrismo y transformemos la sociedad cubana.

NOTA: Ponencia dictada en el acto fundacional de la sección EE.UU. de la Sociedad Internacional de Derechos Humanos, Presidio Histórico Cubano-Casa del Preso, Miami, 13 de octubre 2012.

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